dEsde chico participo en el negocio familiar envasando y distribuyendo cloro. El cartón del depósito, mi primer lienzo imaginario, fue el soporte de muchas tardes de juegos con mi hermana. Todas mis prendas están manchadas de óleo o de cloro, porque son los dos elementos que indudablemente trazan mi historia, y ahora, mi arte.
Elijo situaciones luminosas que me recuerdan los destellos que permanecen en la retina después de ver el sol, como si la imagen no quisiera irse. Esto me ayuda a mostrar la transitoriedad de los momentos simples, siendo un recordatorio de la fuerza que reside en lo efímero, representado en una mancha, una huella, que no puede borrarse.
Busco crear una puesta en escena visual que tome lo cotidiano y refleje la esperanza y el encanto en medio de la sobreinformación y la saturación visual de la actualidad. Este proyecto no solo es una expresión artística; es un testimonio de la belleza encontrada en lo cotidiano, en las manchas que llevamos con orgullo y en la luz que siempre persiste.



















